Todes guardamos cosas por inercia, nos impulsa la ansiedad de perder ese recuerdo tan importante o lo guardamos por la pereza de borrar. Creemos que es gratis para nuestro bolsillo, pero el costo para el planeta es real, constante y no para de crecer. ¿Cuántas de esas 10.000 fotos en tu teléfono volverás a ver antes de morir? ¿Cuántas capturas de pantalla antiguas conservas "por si acaso"?
Si has comprendido esta conexión, es natural y hasta saludable que ahora mismo sientas un poco de ecoansiedad. La idea de que uno de nuestros hábitos digitales más frivolos y triviales esté contribuyendo a una crisis global puede generar un poquito de angustia, impotencia y culpa. – te abrazo, me hago cargo y te sostengo –
Debes comprender que el intercambio es desigual
Te presento el modelo de negocio que ha conseguido que normalices este derroche:
Tú ofreces tus datos personales y de rastreo, tu contenido, tu atención y abandonas inconscientemente tu derecho a salvaguardar tu privacidad.
Ellos ofrecen un espacio de almacenamiento "gratuito" e ilimitado.
Todes pagamos poniendo en jaque un poco más al ecosistema con agua, energía y los recursos naturales necesarios para mantener los servidores 24/7 funcionando.
¿Cómo yo llegué a aquí? Te voy a presentar a unas amigas: Tu nube seca mi río